
En el corazón geográfico de esta novela tuvo lugar el lanzamiento de la novela Tres muertos. Allí, al lado del Bar La Mijita fuimos testigos de la salida a La Luz de la cuarta* novela publicada de Manuel Machuca. Así, en un mercado, los asistentes estábamos en dos grupos entre los pasillos de los locales, escuchando las primeras lecturas de cada una de las tres partes de esta nueva novela. Ahí también bailó maravillosamente Amparo Pérez Soldevilla y Alejandro Rodríguez nos deleitó con su interpretación de la caja flamenca.
Todo un entorno andaluz para el nacimiento de esta obra.
Era una noche casi estival donde ocupamos un
espacio no habitual para el Arte. El olor de las frutas y verduras dio paso a
tres lecturas que contenían, como dice el filósofo Byung-Chul Han, “el aroma
del tiempo” contenido en las recientes letras de Machuca.
Dos comentaristas y tres lectores nos
introdujeron en una charla con el autor mientras los asistentes ya tocábamos el
libro con nuestras manos y tomábamos una que otra cervecita para apaciguar la
sed. No solo la sed por el calor, sino la producida por la curiosidad de saber
que nos contaría ahora Manuel sobre Tres muertos.
Las lecturas empezaron a obtener la atención de
los asistentes… algunos buscaban ya en las páginas abiertas adivinar a qué
parte correspondía las palabras que se pronunciaban.
Los comentaristas nos recordaron sus obras
anteriores y coincido en que el escritor sigue su línea de reinterpretar
mujeres. Nos conoce, se mimetiza, sabe escuchar con todos sus sentidos. Supongo
que en su imaginación es casi un médium y se deja poseer por espíritus
femeninos. Rompe las barreras del género en sí mismo. Demuestra que el género
es una construcción social, difuminando los límites. Dijo la comentarista que
le sorprendía de Manuel la capacidad de escribir desde una óptica femenina.
Estoy de acuerdo con su sorpresa.
Quizás sus comentaristas hicieron énfasis en lo
autobiográfico… quizás más por una razón geográfica que literaria, porque el
Tiro de Línea, la calle Gerona, la Calle Zacatín son referencias comunes en su
entorno cercano. Sin embargo, me gustaría que los lectores no se perdieran de
los mensajes relevantes y de las cualidades literarias de esta obra, quizás por
buscar las similitudes o las discrepancias con la vida del querido autor para
muchos de los asistentes.
¡Tres muertos tiene un ritmo vital de muchas vidas! No es un retrato biográfico. Para nada cae en el exhibicionismo, más bien nos lanza un anzuelo para captar nuestra atención en temas que merecen ser reflexionados en estos tiempos de tanta velocidad y tan poca profundidad. Aparentemente nos hace creer que vamos a conocer la intimidad del autor, pero lo que sucede es que te hace transitar un viaje hacia tu propia intimidad. Parece una historia individual pero es una historia colectiva. Más bien es un documento que casi roza la crónica histórica, porque nos enseña a los no nacidos andaluces las entrañas de su cultura, los efectos devastadores de la confrontación, de la lucha de clases, de la desigualdad social y las verdaderas dificultades que las mujeres andaluzas han sabido superar el último siglo. A los granadinos y a los sevillanos, además, les da la oportunidad de mirarse en un espejo para reír y llorar de sí mismos. La picardía de Manuel aparece donde menos la esperas, enriqueciendo estas historias con gracia y emotividad.
Que no se confundan los lectores en buscar una
autobiografía del autor… en esta novela hay mucha imaginación, muchos lugares
y ficciones comunes y una riqueza literaria en las formas y en el fondo. La
valentía del Manuel radica en mostrar partes de sus sentimientos honestos como
herramienta narrativa pero también da lugar al arte literario, a moldear el
lenguaje, a utilizar la ficción para soñar despiertos. Para encontrarnos con
esos otros yo que no han sido, para que emerjan otras identidades. Así es Tres
Muertos, polifacética, policromática, poliédrica… parece simple pero es la
habilidad que tiene Manuel de presentar con sencillez la complejidad de la
vida. Y lo mucho que nos determina a todos el aroma de nuestro tiempo. La sabia
de la vida que nos toca beber según hemos nacido mujeres de aquí o mujeres de
allá, en aquellos días o en nuestros días.
En Piedra
de Sol, Octavio Paz hablaba del “olvidado asombro de estar vivos”, pues
Manuel es asombrosamente hábil al capturar flashes de su propia vida para
enseñarnos el poder que tiene la muerte para enseñarnos a vivir.
Que suerte tuvimos de aquel 17 de mayo de 2019,
en el mercado del Tiro de Línea, los que vimos nacer esta obra que Manuel gestó
para enseñarnos el asombroso valor de estar vivos.
Domingo, 19 de mayo de 2019
Entre Sevilla y Tenerife
Martha Milena Silva Castro